LOBOS CUIDANDO CORDEROS

¡Qué paradjica conducta! Cuando tras cumplir condena algún pederasta, violador es liberado, ¡qué alboroto! ¡qué revuelo! ¡qué vocerío! – alarma social lo llaman ahora - . Prensa, radio, televisión, políticos y muchas, muchísimas personas piden indignadas su encierro de por vida – la cadena perpetua no es constitucional – en la cárcel, en un psiquiátrico. ¡Que lo vigilen día y noche!, ¡que lo castren químicamente! ¡que lo conviertan en soprano emasculándole!...

Ahora decenas de sacerdotes, obispos, cardenales, abusando de miles de niños indefensos en Irlanda, Austria, Alemania, Estados Unidos… En Méjico el fundador de la congregación Legionarios de Cristo – tan ligada a la universidad pontificia de Comillas y a la universidad madrileña Francisco de Vitoria – Marcial Maciel, pederasta, procreador con distintas mujeres de varios hijos de los que abusó incestuosamente… En España es constante el goteo de curas fornicadores…

Aquí la paradoja: no oímos voces, gritos ni consignas clamando por la entrega a la justicia de tanto canalla que se aprovecha de la confianza que en ellos depositan los familiares de las criaturas.

¿Habrá algún tribunal que juzgue estos delitos no solo reprobables sino también punibles? ¿Juzgarán a quienes conociéndolos los ocultaron e incluso protegieron?

Juan Pablo II se negó a actuar contra Marcial Maciel limitándose a ordenarle que abandonara la dirección de la Orden muriendo en 2006 siendo sacerdote.

Benedicto XVI, quien silenció tantos casos de pederastia cuando estuvo al frente de la congregación para la Doctrina de la Fe, ahora, de encubridor pasa a exculpador: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.


¿Convocará la Conferencia Episcopal española a los ciudadanos poniendo a su disposición autobuses, trenes, viandas, banderas, altavoces desde los que exigir la excomunión, la expulsión de sus comunidades y entrega a la justicia civil?


¡No! Es la respuesta a tanta pregunta retórica. La Iglesia pagará, sobornará conciencias, como ha ocurrido en Estados Unidos donde numerosas parroquias están en la ruina por los millones de dólares que han tenido que abonar; o, como el Arzobispado de Madrid sentenciado a pagar 30.000 euros por responsabilidad civil al ocultar los hechos cometidos por el sacerdote Rafael Sanz a quien Rouco Varela se limitó a trasladar de parroquia, castigó a los catequistas que denunciaron los delitos e impuso el silencio en la diócesis.


Por ello ahora que se aproxima la fecha para realizar la declaración de la renta (IRPF) no marcaré ninguna casilla: no quiero que mi dinero sirva para ocultar los delitos de estos “LOBOS QUE DEVORAN CORDEROS”.


P.D. Recordad, hombres de la Iglesia, aquellas palabras que tantas veces habréis oído y predicado: “pobre de aquel que escandalizare algún niño, más le valdría atarse una rueda de molino al cuello y lanzarse al mar”. Sed consecuentes y aprovechad ahora que los ríos vienen crecidos.

Pepe Vellisco (Socio de la Asociación)