La invitación del señor Varela a un referéndum que prohíba los matrimonios homosexuales, tiene varias angulaciones desde la que ser mirada. Una es el repente “democrático” que le ha dado al hombre, como forma de resolver el contencioso que le enfrenta a una ciudadanía que no comulga con sus ruedas de molino. Claro que, a falta de Inquisición… Auque, bien pensado, tal arrebato democrático no debe sorprendernos, habida cuenta del múltiple uso que ha venido haciendo de la libertad de manifestación, una vez pasada página de su anterior embeleso con el Caudillo de España por la Gracia de Dios.

Lo que sí intriga en todo esto es su aparente ignorancia de la realidad, ya que no puede suponerse mala fe en un hombre de tanta fe. Porque las encuestas hablan claro. Según el CIS, (encuesta 2568 del 2004), el 66,2 % de los entrevistados eran favorables al matrimonio de homosexuales, frente al 26,5% en contra. ¡Menudo revolcón le daría la ciudadanía al señor Varela si se convocase su referéndum! Pero nada comparable al descalabro que tendria ante su grey. Si tenemos en cuenta que el 80% de la población se declara católica, quiere decir que, aún considerando que el mencionado 26,5% esté íntegramente formado por católicos (es decir, un 33% de estos), significaría que, como mínimo, ¡un 67% de católicos es contrario a las posiciones del máximo “representante” de la Iglesia Católica en España!

Con tal disparidad entre “representante” y “representados”, parece extraño que ande pidiendo referéndum, a no ser desde la supina ignorancia de los datos. Eso sí, si los conoce, quedaría aclarado el enigma de porqué le vemos siempre deambular con esa cara de vinagre.

Jesús Espasandín
Miembro de la Asociación Laica de Rivas

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