La descarada actuación de la jerarquía eclesiástica en la manifestación convocada con el pretexto de defender a la familia ha provocado reacciones tan extensas e intensas que pueden dar lugar a un punto de inflexión en la lucha por una sociedad laica. El efecto pretendido de potenciar al PP en la campaña electoral mediante un ataque al supuesto laicismo radical del PSOE, ha supuesto, en los hechos, elevar el debate sobre el laicismo a los primeros planos de la disputa ideológica en estos momentos. Creo que los laicistas no podemos desaprovechar la ocasión.
El PSOE, caracterizado por una actitud de retroceso continuo en esta lucha y con perspectivas de profundizar en ello ante las elecciones, se ha visto obligado a sacar algo de pecho ante la gravedad del ataque y ante una cierta reacción popular de rechazo contra la brutalidad de los mensajes emitidos por la jerarquía eclesiástica. La expresión lanzada por Zapatero: «el laicismo es el ADN de la democracia» es, a mi juicio, el más certero y rotundo lema que los laicistas podemos poner en nuestro frontispicio y un referente en repuesta al despropósito clerical que intentó vincular auge de laicismo con disolución de la democracia.
Pero, tan solo pasados unos días, los efluvios de la copa laicista, tomada sin la precaución de acompañar con algún alimento sólido, empiezan a disiparse. Hoy (Público, 17/1/08, pag.20), la ejecutiva del PSOE ha decidido borrar de su programa electoral el Observatorio de las Laicidad, la Libertad de Conciencia y de Creencias que hace unos días anunciaba como propuesta. ¿Razones? La gracieta de Rubalcaba iniciando el debate con la pregunta de si eso consistiría en «una persona que cuenta los que van a misa» y la oposición de Caldera a la creación de organismos burocráticos y remitiendo el tema a la defensa del principio de libertad de conciencia sin más concreciones. Es decir, Rubalcaba ridiculiza los graves problemas de libertad de conciencia existentes en nuestro país y Caldera despacha la cuestión invocando defensas a realizar…en las nubes. Laicismo sí, pero verbal y descafeinado.
Las razones de estos comportamientos del PSOE pueden ser muy diversas y a nadie se le escapa las raíces de oportunismo político que las formaciones electoralistas anteponen a los principios éticos que dicen defender. Es la consabida postergación de los objetivos estratégicos a las calendas griegas, justificadas como necesidades tacticas del momento…hecho eternidad. Pero entiendo que los laicistas no debemos entrar en tal polémica, sino en mostrar las contradicciones entre los pretendidos principios básicos y los burladeros teóricos que construyen para no salir al ruedo a torear.
Presumiblemente el PSOE esté recorrido por corrientes diversas en este sentido, que expresen posiciones enfrentadas sobre el laicismo. Pero los hechos muestran que las políticas adoptadas (mantenimiento del Concordato; Ley Orgánica de libertad religiosa; financiación estatal de la Iglesia; enseñanza religiosa dogmática en la escuela…) corresponden a posiciones antagónicas con el laicismo. También se sabe que tales posiciones son defendidas desde un arco iris que va desde ataques directos al laicismo amalgamados con una inconsecuente defensa de la laicidad (Peces Barba); ataques indirectos perpetrados desde las confusiones terminológicas consistentes en apellidar al laicismo con calificativos negativos y positivos (Cristianos Socialistas del PSOE); hasta posiciones más ambiguas en el espectro de CIVES. A este respecto es sumamente recomendable los diversos escritos realizados por Juan Francisco González Barón que pueden localizarse en la página de Europa Laica y, especialmente el último titulado «La consideración política de la increencia», a cuya lectura remito tanto por razones de falta de espacio aquí como por incapacidad mía para tratar la exposición con el rigor con que alli se aborda.
Consecuentemente, entiendo que a los laicistas nos compete tratar de clarificar las contradicciones en que se sitúa el PSOE en el tema del laicismo. En los distintos planos y niveles en que tales contradicciones se manifiestan.
-Si reconoce que el laicismo es el ADN de la democracia, mantener el Concordato y la Ley de Libertad Religiosa es permitir que el ADN de la intolerancia clerical estructure nuestra legislación impidiendo la democracia en las leyes.
– Si el laicismo es el ADN de la democracia, mantener la enseñanza religiosa en la escuela es garantizar el ADN del oscurantismo de los dogmas morales, impidiendo la democracia de la pluralidad crítica que hace posible las autonomías morales.
– Si el laicismo es el ADN de la democracia, mantener las financiaciones estatales a las religiones es asegurar que el ADN de la nefasta colusión entre poder político y religioso infecte nuestro Estado, impidiendo la democracia de los ciudadanos.
No es tolerable que un partido que dice defender el laicismo prepare un programa electoral en que tales cuestiones fundamentales (entre muchas otras) se obvian. Ni es tolerable que sus intelectuales orgánicos busquen coartadas teóricas con eufemismos vergonzantes.
Por iguales razones, pienso que los laicistas debemos estar atentos a las propuestas positivas que se lancen desde los partidos favorables al desarrollo de la laicidad. En este sentido, actitudes como las de Izquierda Unida proponiendo la creación en el Congreso de los Diputados la Formación de un Inter-grupo por una Sociedad Laica, que ha sido aceptada por todos los grupos excepto el PP, merece nuestra felicitación explicita, y apoyo con búsqueda de formas de colaboración, al igual que las iniciativas del mismo grupo en que han adoptado en la localidad de Rivas.
En resumen: no podemos ampararnos en equivocas posiciones de neutralidad política para dejar de enjuiciar los enfoques que los partidos adoptan en relación al laicismo y menos en momentos electorales en los que los partidos deben definirse mediante programas de acciones concretas.
Todo un reto.
18-01-08
Jesús Espasandín López / Miembro de la Asociación Laica de Rivas Vaciamadrid