Al parecer, desde el mes de Junio tenemos otro nuevo cargo, José María Contreras, director general de relaciones con “las iglesias”. Es catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado y será el encargado de ir dando pasos hacía la ansiada neutralidad confesional del Estado, garantizando la igualdad de todas las religiones.
La ambigüedad de la propuesta y la actitud mantenida por el Gobierno en los temas relacionados con la iglesia durante la última legislatura, me llevan a temer que esa igualdad deseada, en lugar de alcanzarla por la vía de la separación real Iglesia/Estado, va a ser obtenida alzando a todas las iglesias minoritarias al alto lugar que ocupa la católica en nuestro país, multiplicando los profesores religiosos en las escuelas, los privilegios fiscales, las prebendas y lo que es peor, infundiendo a cada una de ellas el convencimiento de que pueden imponer a la sociedad entera sus irrenunciables y particulares valores, muy respetables para sus creyentes; pero no vinculantes para los que no los comparten.
Mis temores no son infundados, este mismo señor había dirigido hasta ahora la Fundación Pluralismo y Convivencia creada para financiar proyectos de las diferentes confesiones existentes a día de hoy en nuestro país. Esta fundación, (datos aportados por el propio Sr. Contreras en entrevista a El País el 8 de Julio de 2008), en sus tres primeros años de existencia ha recibido 16 millones del erario público, con los que ha financiado 1.482 proyectos presentados por 1.345 comunidades religiosas. Han financiado actividades culturales, educativas y de integración social, convencidos que de este modo cumplían con el artículo 16 de la Constitución, “normalizando el pluralismo religioso de la sociedad española”. Si esta es la neutralidad confesional del Estado y la igualdad de todas las religiones que van a poner en marcha, preferible es que nos dejen como estamos, siempre será más fácil poner en el lugar que le corresponde a una iglesia que a ese plural conjunto del que disfrutamos hoy día. Y lo que es aún peor, con esta actitud siguen considerando que todos los españolitos estamos adscritos a una u otra religión, ignorando nuevamente al número de ciudadanos (cada día más importante), que no comparten sus creencias religiosas y que sólo ambicionan el fortalecimiento de un gobierno laico que potencie los derechos humanos, la solidaridad, la igualdad, la justicia social, la tolerancia, el respeto a las diferencias y la convivencia en paz.
Julio 2008
Pilar Trejo
Miembro de la Asociación Laica de Rivas Vaciamadrid