Ha muerto Jorge Bergoglio. Puede que algunos no sepan ni quién es este señor. Otra cosa es decir que quien ha muerto es el Papa Francisco. Todos y todas le conocemos. Este triste hecho nos lo están ‘metiendo’ por los ojos, por los oídos y hasta por la boca…

Quien ha fallecido no ha sido el hombre, sino el Obispo de Roma y Papa de toda la cristiandad, una figura mediática, con un tremendo poder de influencia en todo el planeta. Con muchos defensores, que dicen de él ‘que era un hombre bueno, llegado para reformar la iglesia católica, para mejorarla y para ejercer como defensor de los más oprimidos. También con muchos detractores, que le acusan de ser un magnífico estratega, de ‘dar dos de arena y solo una de cal’ y, sobre todo, de arrastrar un pasado colaboracionista con las
dictaduras asesinas en Argentina, su país de origen.

Lo cierto es que el reciente fallecido, ha sido una figura mediática de primer orden, la que más entre los que ocuparon su cargo en bastantes décadas anteriores. La cristiandad le rinde homenaje, y resaltan de él únicamente las cosas consideradas como buenas: defendió el matrimonio igualitario, los derechos de las mujeres, la protección del medio ambiente; criticó las guerras; se preocupó por los pobres…, y llevaba zapatos negros, en lugar de los rojos tradicionales de otros papas. No obstante, la historia nos muestra que da igual cómo sea o lo que haga el Papa, él es el ‘representante de Dios en la tierra, y eso para muchos millones de personas es suficiente, e indiscutible razón para venerarle.

Pero lo cierto es que no solo la cristiandad le rinde homenaje, de hecho, son todas las naciones: a sus fastos acudirán las más altas representaciones de todos los países. ¿Es por ser un Jefe de Estado?, ¿por ser el Papa?, ¿por reconocimiento a su ensalzada figura? Probablemente será por todo ello, pero quizá la razón más rotunda sea por el tremendo poder que representa en la tierra y en los cielos, los fieles de la I.C., están insertados en todas las sociedades, en todos los Estados, en los poderes financieros…, y en muchas
conciencias de los que detentan el poder y también de los que son oprimidos por él.

Si esto es así, si ha tenido tanto poder en sus manos, ¿por qué el Papa se ha limitado a ‘enunciar cosas’, a mantener discursos muchas veces contradictorios, a quedarse solamente en palabras? En la práctica, lo que ha cambiado es mucho menos de lo que parece: las guerras siguen siendo las mismas, a pesar de que muchos de los que las deciden y justifican, se proclaman seguidores del Papa; la pobreza cada vez aumenta más, aún siendo superdevotos quienes la provocan; el medioambiente continúa en deterioro
ascendente, provocado por muchos de los que rezan para ganarse el cielo…, las mujeres en la iglesia siguen siendo el personal de servicio; los homosexuales continúan sin ser aceptados, en las escuelas se sigue adoctrinando a los niños y niñas, la pederastia de los curas sigue sin castigo, etc., etc. Parece que, a pesar de todo el poder del Papa y su iglesia, la influencia del representante de Dios en la tierra, no ha servido para que cambie apenas nada.

Casi todos los países han mandado representaciones al más alto nivel para asistir a las exequias del Papa Francisco, todos ellos con ropajes de luto, caras, palabras y gestos de dolor y lamento. Son muchos los países que han decretado luto oficial, entre otros el nuestro, durante tres días. Curiosamente un país cuya Constitución le define como aconfesional y sin religión oficial. A muchos nos resulta difícil de entender.

Tampoco entendemos, ni por qué la muerte de Jorge Bergoglio es más importante que los 55.000 asesinados impunemente en Palestina por el ejército sionista israelí, un país que actúa como un Estado Teocrático y que se referencia al Antiguo Testamento. O los más de 600.000 muertos en Ucrania entre los dos bandos. Las 377.000 víctimas mortales que van en ‘la guerra olvidada’ de Yemen… Todo esto no moviliza voluntades en los países y máximos representantes de los que acudirán a los funerales de Francisco.

Ahora, 133 cardenales encerrados en cónclave, se encomiendan al espíritu santo y ‘después de mucho debate y negociaciones’, la paloma les revela quién es el elegido por Dios para representarle en la tierra. Curiosamente, casi siempre y de manera alternativa, unas veces del ala conservadora y la siguiente de la tímidamente aperturista.

La sociedad en la que vivimos, y sobre todo sus dirigentes, son insensibles, hipócritas e interesados, solo así se explica la parafernalia mediática en el Vaticano y la actitud inhumana con el resto de lo que ocurre en el mundo.

Y mientras tanto, nos preparamos para la guerra, nos adoctrinan sobre las supuestas amenazas procedentes de un país que nunca nos ha expresado tales amenazas. Recortan presupuesto para nuestras primeras necesidades (servicios, sanidad, ayudas sociales, inversión en infraestructuras, educación, investigación, etc.), incluso empiezan a hablar de la posibilidad de recuperar las levas obligatorias para mandar a los jóvenes a morir en el frente (algunos países de Europa ya las están imponiendo).

Vivimos en una sociedad hipócrita, gobernada por locos con muchos intereses  inconfesables. Y lo peor es que los ciudadanos/as, que son quienes sufriremos las consecuencias de todas estas locuras, les seguirán votando para que sigan haciéndolas. Nos están enrolando en una involución informativa y cultural, que a muchos/as mantiene ‘anonadados’, incapaces de pensar u opinar algo distinto a lo que desde los medios de comunicación transmiten: las buenas obras de la iglesia, un machaque de cientos de horas de procesiones y representaciones religiosas, en este nuestro país aconfesional; repetición continua de las bondades de la monarquía, de los padres reyes, de las hijas princesas; los
programas de TV vacíos, los de cotilleos banal, programas supuestamente informativos y realmente mentirosos; las redes sociales distribuyendo veneno; y patriotismo, banderas y más banderas…

La parafernalia mediática montada con la muerte del Papa Francisco, no varía mucho de la que se produjo con la muerte de Isabel II de Inglaterra, por ejemplo. Y obedece a la misma ola de involucionismo que estamos viviendo en los últimos años: en España la iglesia católica va recuperando gran parte del poder que en el pasado había perdido, y la monarquía intenta recuperarse también del desprestigio legado por Juan Carlos I, de ahí el ‘machaqueo’ en los medios de comunicación con las bondades de Felipe VI, la reina Leticia, y ahora también los quehaceres de la princesa Leonor, que nos presentan su cotidianeidad como una jovencita cualquiera…

La izquierda lleva el pacifismo y antimilitarismo en su ADN, la lucha por más derechos, la igualdad entre personas y pueblos, el feminismo, la justicia social, el ecologismo y la libertad de pensamiento. No es Dios quien va a venir a salvarnos, ni estando vivos ni después de muertos, solo nosotros podremos salvarnos y salvar el mundo. Por eso es por lo que tenemos que trabajar todos a una, sobre todo nosotros, los ciudadanos de a pie que somos quienes sufrimos y sufriremos los desmanes y locuras de quienes parece que solo
actúan por estrategia y por intereses.

Juan Manuel del Castillo, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Laica de Rivas Vaciamadrid

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